Manifestaciones de Dios

San Felipe/Chile

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En el Segundo Testamento, hay dos versiones del nacimiento de Jesús. Una, del evangelio de Lucas, culmina con la adoración de los pastores. Otra, del evangelio de Mateo, se concentra en la adoración de los tres reyes magos. La lección es: judíos y paganos, cada uno a su modo, encuentran a Jesús.

Eran astrólogos venidos probablemente de Babilonia. En aquel tiempo, astronomía y astrología caminaban juntas. Cierto día estos sabios descubrieron una extraña conjunción de Júpiter con Saturno, que los aproximaba de tal forma que parecían una única gran estrella, sobre la constelación de Piscis. Desde el tiempo de Kepler (+1630) los cálculos astronómicos han mostrado que, efectivamente, en el año 6 antes de Cristo (fecha del nacimiento de Cristo según el calendario corregido) tuvo lugar tal conjunción. Para los sabios de la época, este hecho tuvo una gran significación. Júpiter, en la lectura astronómica de aquel tiempo, era el símbolo del Señor del mundo. Saturno era la estrella del pueblo judío. Y la constelación de Piscis era el símbolo del final de los tiempos. Los sabios babilónicos lo interpretaron así: en el pueblo judío (Saturno) nacerá el Señor del mundo (Júpiter) inaugurando el final de los tiempos (Piscis). Por eso se pusieron en camino para rendirle homenaje.

Siempre hubo en la historia de los pueblos personas simples o sabios que se pusieron en camino a la búsqueda de salvación, o sea, de una totalidad integradora. Dios salió a su encuentro en sus modos de ser y de pensar.

 

 El bautismo de Jesús por Juan Bautista, nos regala otra epifanía.

Juan Bautista hacía un rito de purificación bautizando con agua en el río Jordán, a la gente que acudía a él para convertirse de sus injusticias, violencias, pecados... Con este gesto de bautizarse, Jesús anticipa en su persona la purificación de los pecados de la humanidad. Es Juan quien lo sindica como el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.

Cuando Jesús salió del agua, se abrieron los cielos y se le manifestó el Espíritu y se oyó la voz del Padre: "Este es mi Hijo muy amado en quien me complazco". Es la Trinidad que se hace presente. Y es en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo que el resucitado enviará a sus discípulos a BAUTIZAR a las gentes. Este es el sacramento de los cristianos.

Extracto de Leonardo Boff

 

 

Por. Centro de Espiritualidad