Sus heridas se han curado [1]

Reflexión en Viernes Santo.

sieger koder cross

Imagen de Sieger Koder

La carta de Pedro nos muestra el sentido profundo de la Pasión de Jesús por la humanidad: nuestra sanación: la Salvación.

El dolor de la Pasión traspasa nuestras propias heridas, las toca, se las apropia derramando sobre ella un ungüento sanador, un remedio salvador que sólo el Hijo de Dios puede darnos en la entrega de si mismo.

Es el tiempo de ponernos de lado de aquellos que sufren no como meros espectadores pasivos o con un gesto de solidaridad que no nos comprometen realmente con el que sufre. El viernes santo además de hacernos memoria del dolor de Jesús hecho hombre, no llama de manera imperativa a hacernos Simón de Cirene: “ven tú y lleva su cruz”.

Ayudemos con compromiso real a nuestros hermanos/a que sufren a causa de la enfermedad, pobreza, exclusión, marginación, discriminación, violencia e injusticia, que sientan nuestras manos, afecto y fuerza en el camino de la cruz.

Miremos a nuestro Maestro que cargó con nuestra cruz; asumió en su carne nuestras heridas para redimirnos; que acogió la compañía y ayuda del Cirineo cuando iba de camino al Calvario.

Que al final del camino podamos cantar:

Esta es la cruz de nuestra fe, el más noble de los árboles:

ningún bosque produjo otro igual en ramas, flores y frutos.

¡Árbol precioso, benditos clavos, que llevan tan dulce carga![2]

Hna. Carolina Madariaga M.

 

[1] 1 Pedro 2,24

[2] Himno a la cruz, liturgia de la Adoración de la cruz.


Hna. Carolina Madariaga M.

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