Promovamos la justicia y la paz en un mundo perturbado por el pecado y el conflicto

pueblo mapuche dibujo mural

Ante los dolorosos acontecimientos en la región de la Araucanía; la muerte de un joven, el trauma sufrido por las profesoras, la violencia exacerbada de carabineros y de aquellos que provocaron el robo de los autos; junto con ello declaraciones que no buscan el diálogo, declaraciones cargadas de injusticia y violencia que sólo han provocado más violencia por la injusticia, la falta de transparencia y verdad que hemos escuchado durante estos días.

La muerte del joven Camilo Catrillanca nuevamente está visibilizando una injusticia vivida por años, que cada cierto tiempo se nos hace presente y muchos reaccionan reactivamente ante estos hechos que tanto daño y dolor provocan. Así mismo, otros consideran que la reacción de las personas o su adhesión con la causa Mapuche y manifestarla, es una moda o es sólo para aparecer.

Junto con ello, escuchamos a quienes representan al Gobierno mintiendo, desvalorando al Pueblo Mapuche; mienten y desmienten constantemente; ocultamiento de evidencias, falta de credibilidad de la institución de Carabineros, ministros, intendentes, políticos, y cada ciudadano toma su propia posición. Además tenemos una prensa que toma posturas, que ha mentido y comunica lo primero que sabe, sin investigar y escuchar, provocando confusión.

Y me pregunto ¿Qué pasa en nuestra sociedad? ¿Cuál es la herida profunda que provoca tanta violencia?, ¿Por qué la violencia genera más violencia?. Incluso pudiéramos pensar: ¿La muerte de Camilo Catrillanca es para desviar la atención de los ciudadanos ante el acontecer en el país?, ¿En dónde radica la desvalorizamos la vida de nuestros Pueblos Originarios?. Estas son preguntas que me surgen al ver las imágenes, escuchar testimonios, no tengo las respuestas a éstas, ni tampoco tengo intención de hacer una reflexión sociológica, sino más bien, contemplar el acontecer desde Dios.

Resuena fuertemente en mí el grito del pueblo de Israel en la esclavitud, Dios dice: "Bien vista tengo la aflicción de mi pueblo en Egipto, y he escuchado su clamor en presencia de sus opresores; pues ya conozco sus sufrimientos." (Ex 3,7) El Pueblo Mapuche esta sufriendo por la violencia ejercida por el Estado y otros grupos, en ésta violencia están clamando justicia la familia de Camilo Catrillanca y en él por muchos otros que han muerto; así mismo, la comunidad, los niños, la creación se desangra por ésta violencia.

Dios nos llama a escuchar el clamor, porque nuestro compromiso con la reconciliación exige que promovamos la justicia y la paz en un mundo perturbado por el pecado y el conflicto. Colaboramos en generar cambios en todo aquello que condena a los demás a una vida marginada. Este testimonio de justicia debe poseer las características propias del amor misericordioso, que son la esencia del evangelio y de la doctrina social de la Iglesia. (Constitución 6 de Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor).

El odio y la violencia nos separa, invisibliliza en el valor de la vida, dónde da lo mismo si muere otra persona más en cuanto hacer “justicia” por la muerte de otra persona, el odio nos deshumaniza y enceguece.

 

Hna. Carolina Madariaga

Ninguna muerte nos puede dejar indiferente, creo que es tiempo de construir relaciones más humanas fraternas y de respeto. No tengamos miedo a decir que no aceptamos ninguna forma de violencia venga de donde venga. El Reino de Dios es justicia y paz, pero es necesario ser parte de ella para construirla.

Creo profundamente que Dios me llama desde mi ser cristiano y como parte del Buen Pastor, ha generar y exigir con otros la verdad, el diálogo, la justicia y la reparación, sólo desde estas actitudes y acciones se puede generar Paz. Si deseamos vivir en paz tenemos que reconocernos como hombres y mujeres distintos pero en igual condición y dignidad.

Que el Señor nos abra los ojos y oídos para ver y escuchar el clamor de los que sufren violencia y opresión: Pueblos Originarios, mujeres, jóvenes, excluidos, minorías  sexuales, encarcelados y migrantes. Sin embargo, no podemos contentaros con oír y escuchar, ya que Dios actúa y libera, porque Dios, en Cristo, no redime solamente la persona individual, sino también las relaciones sociales entre los hombres. (EG 178)