Domingo del Buen Pastor

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Yo doy mi vida…

Este domingo Jesús mismo se presenta como el Buen Pastor resucitado en medio de la comunidad, sin embargo, nuestro imaginario nos puede llevar a una imagen casi romántica, de ver a un  hombre con una ovejas en sus hombros, pero las palabras de Jesús son una llamada al cuidado, a la escucha y la búsqueda, que se traduce en dar la vida por quienes el Padre ha encomendado al Hijo, haciéndolo en libertad y por amor.

Ante todo Jesús da la vida por las ovejas, las conoce, las identifica y sabe que cada una de ellas vale su propia vida, es por ello que se diferencia del asalariado que no le importan las ovejas que debe cuidar.

El Buen Pastor conoce a quienes se les ha encomendado su cuidado, sin embargo, no es un conocimiento superficial, cuando el evangelio nos habla de conocer significa: relación, esto es saber de sus penas, miedos, sus alegrías, saber de sus historias y de los deseos mas profundos de cada persona, sólo de esa relación se puede conoce y dar la vida: “Yo soy el buen pastor: conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí, como el Padre me conoce y yo conozco al Padre; y doy la vida por las ovejas.”

No obstante, no se contenta con aquellas que ya conoce, el Buen Pastor sabe que hay otras que desean escucharlo y él quiere hablarles, conducirlas por su voz para entablar un vinculo de intemidad.

El evangelio concluye con la razón de ser de Jesús: dar su vida y saberse amado por el Padre.

Este domingo del Buen Pastor somos llamados a poner nuestra mirada en el modo de Jesús, tenemos la responsabilidad de acompañar a quienes nos confían, e ir en busca de tantos y tantas que desean escuchar la voz del único Pastor.

Rezamos por todas las vocaciones, especialmente por la vida consagrada y el sacerdocio, por los que tienen la misión de ser buenos pastores y pastoras, de dar la vida, para que otros y otras tengan vida en abundancia.

Como hermanas y partner del Buen Pastor, Santa María Eufrasia nos dice: “El fiel rebaño crecerá por tus virtudes, y esperamos de tu celo vocaciones.”

Que nuestros ministerios apostólicos sean fecundos, lugares de acogida, sanación, ternura y dignidad.

En el corazón del Buen Pastor

Hna. Carolina Madariaga M.

Pastoral vocacional

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